Hablar del vino es hablar del ser humano en sí mismo, de nuestra propia naturaleza y de nuestra propia cultura. Por esa razón, nos ha parecido una gran idea retomar los artículos de este blog con un breve repaso a la historia del vino, desde sus imprecisos orígenes hasta su arraigo en las sociedades tanto occidentales como orientales. Haremos por tanto un rápido recorrido por los momentos más importantes del desarrollo de la cultura tanto vitícola como vinícola, que van desde las primeras cosechas hasta nuestros días. No descubriremos nada nuevo, eso está claro, (y resumir miles de años de historia del vino en apenas 1000 palabras podría considerarse incluso un ejercicio de osadía) pero nuestra intención no es otra que la de empezar por el principio, haciendo de este artículo el pistoletazo de salida para muchos otros que han de venir y que esperamos os resulten tan apasionantes de leer para como para nosotros escribirlos. Comenzamos ya con este breve repaso a la historia del vino.
UN BREVE REPASO A LA HISTORIA DEL VINO
La historia del vino está ligada de forma inseparable a la historia de la gastronomía y la agricultura, donde la uva ha representado un papel fundamental en ambos casos. Su adaptabilidad a casi cualquier entorno (debido sobre todo a sus escasas necesidades de agua y minerales y a su enorme capacidad regenerativa) le ha permitido, como al ser humano, extenderse por prácticamente todos los rincones del globo expuestos a climas templados. Sin duda esta ha sido una de las principales razones por las que la vid primero y el vino después, han acompañado de la mano al hombre en su periplo a través del tiempo y el espacio.
Orígenes
Hasta hace bien poco, los arqueólogos databan el nacimiento del vino en la antigua Sumeria (Mesopotamia) en la Edad del Bronce (3000 años a.c.). No obstante, nuevos descubrimientos sitúan los origenes de la viticultura y la vinicultura en la zona del Cáucaso y Próximo Oriente, lo que hoy sería Georgia, Turkmenistán, Uzbekistán, Tajikistán e Irán, en donde ya desde el 8000 a.c. (en pleno neolítico) se encuentran indicios de procesos químicos que incluyen el uso de resinas de terebinto o tartratos. No obstante, resulta muy complicado saber si dichos rastros tienen que ver con la elaboración de lo que hoy conocemos como vino. Por otro lado, dada la tendencia natural de la uva a la fermentación, tampoco resulta fácil discernir si dichos procesos son casuales o, por el contrario, son producidos de manera intencionada por el hombre.
Pero si la ciencia tiene sus límites en este sentido, la imaginería humana carece de los mismos. Y es que en casi todas las culturas existen mitos y leyendas que atribuyen a dioses o héroes locales la invención del vino. Desde Osiris para los egipcios hasta Dionisos o Baco para griegos y romanos (pasando por Noé para la tradición judeocristiana o Utnapishtim, Ziusudra y Atrahasis para babilonios, sumerios y acadios), el vino siempre ha estado envuelto de una aureola divina y mística de la cual no ha logrado desprenderse hasta nuestros días.
El vino en Egipto, Grecia y Roma
Para encontrar las primeras evidencias arqueológicas inequívocas de recolección y machacado de uva debemos retroceder hasta el Antiguo Egipto, hasta 3000 años a.c. aproximadamente. Sin embargo, en Egipto el vino era un un lujo reservado para las clases altas y los sacerdotes, siendo la cerveza la bebida alcohólica preferida por el pueblo. Aún así existían ceremonias religiosas y festividades donde el vino era el elemento principal, como la celebración de anual de la Luna Nueva en el delta del Nilo.
Entre las variedades de vino desarrolladas por los egipcios se encuentra el shedeh, usado casi exclusivamente en ceremonias religiosas y que era considerado un regalo del dios Ra a los hombres.
Los egipcios fueron también los primeros en cultivar una variedad de uva mutada genéticamente de forma natural con la que elaboraron vinos blancos.
Los abundantes intercambios comerciales y culturales de la época hicieron que el vino llegara a Fenicia, siendo los fenicios los encargados de distribuirlo por todo el Mediterráneo. Así fue como el vino llegó a Creta y de ahí al resto de ciudades griegas, siendo ya en el año 700 a.c. una bebida común en casi todas las polis. Esto representó un punto de inflexión decisivo para la expansión de la cultura viticultora en el continente europeo.
La razón de ello es que si bien los griegos seguían usando el vino en celebraciones religiosas, lo cierto es que fueron ellos quienes lo popularizaron como bebida festiva entre las clases medias y bajas de la sociedad. Cabe destacar sin embargo que, debido al coste de su producción, el vino usado por el pueblo era mezclado con agua, mientras que el usado en libaciones religiosas o por las clases altas nunca solía aguarse. Otra de las razones para mezclar vino con agua en la Grecia clásica era la alta graduación que generalmente tenían los vinos griegos, lo que solía causar intoxicaciones etílicas en los famosos simposios o banquetes familiares tan arraigados en la cultura griega.
Los griegos fueron además los primeros en usar aditivos en el vino, como el yeso o el agua marina. También crearon una bebida, el ptisane, en la que el vino era mezclado con granos de cebada, hierbas aromáticas o cerveza.
Pero sin duda fue el Imperio Romano el agente más importante a la hora de expandir por todo el continente la cultura del vino.
Se cree que el vino llegó a la Italia continental alrededor del año 200 a.c. (5 siglos antes ya se había convertido en una bebida común en la isla de Sicilia). Casi de inmediato se convertiría en una bebida muy popular, siendo el cultivo de la vid y la producción de vino uno de los principales recursos económicos en el sur de Italia, conocida comúnmente por los ciudadanos romanos como Oenotria («tierra de la uva»).
Podríamos afirmar que es durante los siglos que dura el Imperio Romano cuando el vino se «industrializa» y pasa a convertirse en una fuente de ingresos importantes para sus productores, siendo uno de los principales recursos comerciales de la economía romana. Tanto es así, que su cultivo se extiende por todos los rincones del Imperio, desde Italia hasta Hispania, pasando Germania, la Galia o Dacia.
Es también en esta época cuando se desarrollan las técnicas del injerto de cepas de vid para crear diferentes variedades de uva con las que producir otras tantas variedades de vino. También se comienza a usar cubas de madera para almacenar el vino en grandes cantidades, mientras éste se sigue transportando en ánforas (como lo hacían los egipcios) hasta aproximadamente el siglo I de nuestra era, momento en el que los romanos comienzan a usar en su lugar botellas de vidrio.
De igual modo, los romanos fueron los primeros en utilizar la técnica del pisado de la uva, una tarea que se le asignaba a los esclavos. Por otra parte, mantuvieron la tradición griega de aguar los vinos (también los vinos romanos solían ser de graduaciones muy altas) y de añadir aditivos. De esta forma crearon además varios tipos de vinos aromatizados similares al vermut que fueron muy populares en su época, como el nectaulis o el mutidanum. Otra bebida muy popular (sobre todo entre las clases militares) fue el posca, hecha con agua y vinagre.
El vino en la Edad Media
Fueron los visigodos asentados en la península ibérica (pueblo bárbaro de origen germánico pero cuya religión era el cristianismo) los principales protectores de la cultura del vino tras la caída del Imperio Romano de Occidente, promulgando incluso leyes para la protección de las vides en el Código de Eurico . No es de extrañar dicho empeño por proteger las vides, pues estas pasan a ser propiedad de los reyes y los monasterios durante el siglo VII, siendo la nobleza y el clero los encargados de mantener la tradición del cultivo de la uva y la producción del vino.
Sin embargo, con la llegada del islam a la península en el periodo Al-Andalus, el vino pasa a convertirse en una bebida tabú y si bien no desaparece del todo, su producción se ve reducida drásticamente.
Durante toda la Edad Media, es el clero el principal valedor de la cultura del vino (necesario para la liturgia cristiana), siendo en los monasterios donde se cultiva y se produce la mayor parte de éste. En este sentido cabe destacar a los monjes benedictinos, quienes crearon una regla que asignaba a cada monje la obligación de producir una determinada cantidad de vino diaria. Cada orden monástica (benedictinos, cistercenses, etc…) estaba asentada en una zona determinada, produciendo el vino de la región, que recibía por tanto una denominación de origen concreta (Kloster, Hermitage, etc…)
En la península ibérica, tras la Reconquista comienzan a plantarse viñedos alrededor del camino de Santiago, en especial en las zonas de La Rioja y la Ribera del Duero. Siglos antes, la replantación de vides había comenzado en zonas de Cataluña como el Penedés, mientras que en el siglo XIV el vino de Jerez y el Ribeiro son ya exportados a Inglaterra y al resto de Europa.
El vino en la Edad Moderna
Pero sin duda, en la historia del vino, el otro gran momento de expansión llegó tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la consiguiente entrada en la Edad Moderna. Casi de inmediato, los galeones españoles comienzan a transportar vino a las colonias y apenas unos años después, ya se cultivan las primeras viñas. El propio Hernán Cortés, siendo Marqués del Valle de Oaxaca, ordenó el cultivo de vid para la producción de vino en la zona en 1525. Pronto la viticultura se extendió por todas las tierras colonizadas por los españoles, hasta el punto de que el propio rey, Carlos I, se vio obligado a prohibir la plantación de más vides por temor a que los territorios del Nuevo Mundo fueran autosuficientes, o llegasen incluso a rivalizar con España en el comercio del vino con Europa (en aquel momento, uno de los principales activos de la economía española).
El vino llegará a Norteamérica a finales del siglo XVII, con las primeras incursiones jesuitas a la Baja California. Los primeras vides se plantan en las misiones dando como origen a la variedad de uva que hoy se denomina mission grape (uva de la misión). Este es el nacimiento de los vinos de California, que años más tarde Benjamin Franklin potenciaría haciendo que solo se bebiera el vino producido en las colonias (California sobre todo).
Sin embargo, sería justo un siglo después cuando Agoston Haraszthy (colono de origen húngaro) fundó en 1857 la bodega Buena Vista Winery, lo que sería fundamental para convertir el vino de California en una referencia dentro de los vinos producidos en el continente americano.
El vino en la actualidad
Y en este breve repaso a la historia del vino llegamos hasta nuestros días, tiempos en los que el vino, gracias a la globalización y a las mejoras del transporte internacional, se ha extendido por los 5 continentes. No obstante, debemos destacar que no siempre el vino lo ha tenido fácil en estos últimos 2 siglos.
Primero tuvo que enfrentarse al oidio, una enfermedad mortal para la vid producida por un hongo erysiphales. Años más tarde tuvo que sobrevivir a quizá la peor plaga a la que se ha enfrentado la vid en su historia: la de la mosca filoxera (también conocida como pulgón), que la llevó al borde de la desaparición, obligando a los viticultores a emplear todos su recursos en detener esta peligrosa plaga.
Pero el vino no solamente ha tenido que vérselas con plagas o enfermedades, en este siglo ha tenido que enfrentarse también a leyes como la de la Ley Seca, que cerró bodegas y viñedos a lo largo y ancho de Estados Unidos poniendo en serio peligro la producción de vino el país, o a la Gran Depresión, que se llevó por delante otra buena parte de la industria vinícola estadounidense.
Aún así, en Europa las cosas andaban todavía peor y el vino tuvo que sobrevivir a 2 Guerras Mundiales, en las que se arrasaron buena parte de los viñedos europeos.
Sin embargo, tras la 2ª Guerra Mundial, la industria del vino (impulsada por las nuevas tecnologías) comienza a crecer poco a poco y, del mismo modo, la cultura del vino se extiende por todos los rincones del planeta. Los vinos se diversifican, crecen las figuras del sumiller y el enólogo, se crean leyes pera su protección, se potencian y defienden las denominaciones de origen, se desarrollan los vinos de autor y, más recientemente, surgen los vinos naturales, orgánicos y biodinámicos, que promulgan una vuelta a los orígenes tanto en el cultivo de vid como en la producción misma del vino.
Podemos afirmar por tanto que, tras una primera mitad del siglo XX bastante convulsa, en las últimas décadas del siglo pasado y en lo años que llevamos de éste, el vino a experimentado un nuevo auge que está lejos de haber tocado techo. Y eso es motivo de alegría, ya que como he visto a lo largo de este artículo, el vino, como el ser humano, es un superviviente que nos ha acompañado desde el neolítico hasta nuestros días, siendo parte muy importante de nuestra cultura, nuestra religión, nuestra gastronomía y, en definitiva, de nuestras vidas.
Y hasta aquí este breve repaso a la historia del vino. Solo nos queda esperar que el viaje os haya resultado tan interesante como lo ha sido para nosotros. ¡Brindemos por ello!
¿Te ha gustado este artículo?
Pues suscríbete a nuestra newsletter
y tendrás acceso todos los meses a
mas artículos como este, además de
noticias, novedades, promociones,
eventos, etc, etc… Es muy fácil,
¡solo tienes que dejarnos tu e-mail aquí abajo!
Ya puedes descargar nuestro catálogo de 2018
directamente desde esta página web, donde encontrarás
un selecto listado de vinos tintos, blancos, espumosos,
naturales o biodinámicos. Para ello solo tienes que hacer
clic en el botón que os presentamos a continuación.
¡A qué estás esperando!
DESCARGAR CATÁLOGO
[…] vitivinicultura es de una riqueza enorme, una riqueza que sigue creciendo día tras día desde los orígenes mismos del vino hasta […]
[…] Debemos remontarnos hasta la época de los romanos para encontrar las primeras evidencias del uso de anhídrido sulfuroso en plantas para protegerlas de las arañas y los hongos, lo que lo convierte en el aditivo más antiguo que se conoce hasta la fecha. También es el aditivo más utilizado desde la antigüedad para la conservación de los alimentos y a la vez el mas perseguido, encontrando leyes que prohíben su uso ya en el siglo XV. En el siglo XVII comienza a utilizarse en la conservación de la sidra entre otras bebidas, incluido el vino […]