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Joan Sangenís y Cristina Grau, siguen con la tradición de sus ancestros, que se remontan al siglo XVII.
Esta pareja y su bodega se diferencia de muchas otras bodegas solo por la sencilla razón de que es su trabajo y viven de ello y hay que reconocer el inmenso valor que es controlar todo lo controlable para poder afinar los vinos y así seguir año tras año.
Dos guerreros en un mundo globalizado donde se trabaja y no se explotan otros medios virtuales.
Joan es esa persona a la que todos quieren y que el gran público no conoce, un entendedor de la zona, de sus viñas y de su dirección.
Con mucho esfuerzo han podido construir una masía, donde actualmente se ubican.
En sus vinos se refleja el auténtico y clásico Priorato.